CRISTO ES EL CAMINO

1ª Lección sobre Santuario: Cristo es el Camino
Comencemos proclamando una buena noticia: ¡Dios te ama! Te ama de tal manera que desea llevarte a vivir con él. A menudo, cuando nos vemos con amigos que queremos de veras, nos da gusto decir. "¿ Y porqué no vienen a quedarse con nosotros un par de días? Tenemos una habitación disponible para ustedes. Vengan a quedarse una semana o más si desean". Sin embargo, esto no significa lo mismo que si les dijéramos, "¿Por qué no se vienen a vivir con nosotros?" Este es un pedido de carácter permanente. Es por eso que el Señor Jesucristo pronunció las siguientes palabras en Juan 14: 1-3:

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté vosotros también estéis".

Dios nos ama tanto que anhela el día en que nosotros podamos vivir con él eternamente.

Esto nos lleva a la primera pregunta importante: ¿Porqué no estamos ya en el cielo? ¿Porqué es que Cristo no ha regresado ya tal como lo prometió? ¿Será un problema de distancia? Yo no lo creo así porque es un hecho que Cristo ha visitado esta tierra numerosas veces. Recordaréis que él pasó siete días aquí durante la semana de la creación y que frecuentemente visitaba a Adán y Eva en el Huerto de Edén. De hecho, él solía salir a caminar con Enoc. Visitó al antiguo patriarca Abraham y comió con él en su tienda. Habló con Moisés sobre el Monte Sinaí. Y durante años habitó en una columna de nube que se detenía sobre la entrada del Tabernáculo en el desierto. Leemos cómo Jesús vino al mundo en la forma de un bebé nacido en Belén y vivió entre la humanidad por espacio de treinta y un años. De manera que las Sagradas Escrituras establecen claramente que Cristo ha estado aquí numerosas veces. ¡ La distancia no constituye un obstáculo para él!

Enfoquemos el asunto de otra manera. ¿Será tal vez un problema de tiempo? Puede ser que todavía no sea el tiempo propio para el regreso de Jesús. Pero esto es imposible debido a que casi todas las señales de los eventos finales anunciadas por él ya se han cumplido, o están en proceso de cumplirse ante nuestros propios ojos. Los escépticos, ateos y políticos todos están de acuerdo que algo portentoso está a punto de suceder. ¿ Cuál pues será el problema? ¿Porqué no ha venido Cristo?

Yo creo que puedo expresar la razón en estas palabras breves y sencillas: ¡Dios encara un gran problema! ¿Cómo ha de salvar al pecador sin salvar su pecado?

¿ Cómo ha de destruir el pecado sin destruir a los pecadores? En términos bien francos, ¿cómo ha de eliminar el pecado sin eliminarte a ti y a mí? ¿ Cómo ha de llevarnos al cielo sin transportar también nuestra miasma de pecado? Eso propagaría la muerte por todo el universo. Sin duda alguna, Dios encara un problema de lo más serio.

Ahora bien, algunos teólogos alegan tener la respuesta al problema que Dios encara. Son semejantes a aquellos padres consentidores que piensan que sus hijos por su cuenta se apartarán de sus malos caminos al hacerse adultos, y sostienen que todo lo que es preciso hacer es manifestarles bastante amor. No obstante, la experiencia nos demuestra que ellos están totalmente equivocados. De igual manera, existen algunos teólogos consentidores que enseñan que sí sólo se predica suficientemente el amor, la gente creerá en Dios y aceptará la salvación. Al fin y al cabo -razonan ellos- Dios sobreabunda en misericordia, gracia y perdón y no le exige a nadie una obediencia estricta.

Dichos teólogos aseveran que Cristo le otorgó una salvación incondicional en la cruz a toda la humanidad y que todo lo que tiene que hacer el ser humano es solamente "creer". Dicen que el pecador no debe preocuparse sí sigue en el pecado y que, al fin y al cabo, el ser humano nació para pecar y le es imposible dejar de pecar en esta vida. Algunos hasta enseñan que cuando Jesús regrese por segunda vez implantará al instante en todo pecador un nuevo corazón o mente para que jamás vuelvan a pecar. De esta manera quedará solucionado el problema del pecado. ¡No creáis tal cosa! Dicha enseñanza es un invento del mismo diablo.

La sierva del Señor ha escrito: "La religión liviana que hace del pecado algo de poca gravedad y que constantemente se detiene en el amor de Dios hacia el pecador, anima a éste a creer que Dios lo salvará mientras continúa en el pecado, sabiendo que es pecado. Esta es la forma en que muchos proceden mientras profesan creer la verdad presente. La verdad está separada de sus vidas, y esa es la razón por la cual no tienen más poder para convencer y convertir el alma". Mensajes Selectos, Tomo 3, pág. 175.

Pensemos esto bien. Si fuera verdad que al venir por segunda vez Cristo obra el singular milagro de cambiar la mente y el carácter de pecado a santidad en un instante, entonces los ateos tendrían razón en culpar a Dios por todos los males que existen en este mundo. ¿Acaso no era capaz Dios, aun desde la época de Adán, de hacer inmediatamente impecables a sus seguidores que creían en él? No os dejéis engañar por estas falsas enseñanzas de la nueva teología. Definitivamente, Dios tiene una manera de solucionar el problema del pecado y es la de salvar a su pueblo de sus pecados y no en sus pecados. Esto está ampliamente demostrado en los servicios del santuario mediante el rito del derramamiento de la sangre de un cordero sin mancha.

Recordemos que Jesús dijo, "Yo soy el camino, la verdad y la vida"(Juan 94:6). Y si nosotros le seguimos al santuario donde él lleva a cabo su ministerio hoy, entenderemos bien su método. Esto es verdaderamente una buena noticia porque Jesús puede resolver el problema del pecado, haciendo posible la vida eterna a todo pecador que acepte el sacrificio de Cristo y siga su método de apartar de nosotros el pecado. ¡Alabado sea Dios! "Dios, santo es tu camino"(Salmo 77: 13).

Veamos ahora algunos pasajes de las Sagradas Escrituras que nos revelan que existe hoy día un santuario en el cielo y que en los tiempos del Antiguo Testamento había un santuario en la tierra. Leamos primero Hebreos 8: 1 y 2. Nótese que es un pasaje que se refiere al santuario celestial. ". . tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos: Él es ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre". Pasemos ahora a Hebreos 9: 1 y 2 donde leemos acerca del santuario terrenal: "Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal, pues el Tabernáculo estaba dispuesto así... "

Hemos, pues, descubierto que el Nuevo Testamento declara que hay un santuario en el cielo, y que también existió un santuario terrenal. Por lo tanto, pasemos al Antiguo Testamento y leamos acerca del santuario que había en la tierra. En Éxodo 25:8 el Señor declaró: “Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos".

Por medio de símbolos, el santuario terrenal nos enseña cómo es que Dios resuelve el problema del pecado desde su santuario celestial. Esto nos capacita para entender cómo es que Dios hace la separación entre el pecado y el pecador, que es precisamente la obra que se efectúa allí. De hecho, el santuario terrenal consistía de tres partes: el atrio exterior, el lugar santo y el lugar santísimo. En cada una de estos sitios se llevaba a cabo un servicio por separado, uno en el atrio exterior, uno en el lugar santo, y uno dentro del lugar santísimo. Estudiaremos cada uno de estos tres servicios para que entendamos cómo cooperar con Cristo mientras él se dedica a resolver nuestro problema de pecado. Cuando Cristo finalmente haya separado el pecado de nosotros, podremos con el tiempo reunirnos con nuestro Salvador en el cielo y vivir con él donde no habrá más pecado

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